Y tu, ¿cómo lo ves?

Veamos una conversación cualquiera que nos suena:

  • Pedro: Pues yo creo que es el color turquesa es azul.
  • Julia: ¡Qué va! ¡No te enteras! El turquesa es más verde.
  • Pedro: ¡No, no, de ninguna manera! Yo lo veo claramente azul.
  • Julia: Te repito que eso es de color verde.

¿Quién no ha tenido conversaciones como esta, donde cada uno ve las cosas de forma distinta? Y en el caso de los colores parece que cobra más interés donde parece que todos pensamos tener claro lo que vemos, pero es que resulta que el mecanismo por el que observamos el color, el ojo, no es el mismo en cada individuo, con lo que parece que el punto de vista es muy variable, ¿no?

Punto interesante este: el punto de vista o perspectiva. A ver cómo se puede abordar este concepto del punto de vista y desde qué punto de vista se puede observar.

El punto de vista es ese ángulo, esa cara desde el que podemos mirar un mismo problema y sin embargo ver un distinto resultado. Imaginemos un objeto en el espacio, y ahora dispongámonos a mirarlo. Sea este objeto por ejemplo un coche. Si observamos el frontal del coche veremos como nos ofrece una visión que no tiene nada que ver a la que obtenemos si lo miramos lateralmente o si lo hacemos en una vista trasera. Ofrece información distinta de una misma cosa. Pero en el caso de un coche, estamos hablando de un objeto archiconocido por nosotros en nuestro día a día al que estamos muy acostumbrados a conocer su utilidad y su funcionamiento, lo cual no nos sorprende grandemente. Y si ahora, cogemos un objeto en el espacio menos conocido y le observamos desde su frontal, laterales y trasera, es más, observémoslo desde arriba y desde abajo. Aunque este objeto sea suficientemente conocido, es posible que ofrecer tan solo una de las vistas no nos permita descifrar qué es. De hecho, esto es así en dibujo técnico, dónde para representar un objeto se debe ofrecer al menos su alzado, su perfil y su planta superior, y en algunas ocasiones si el objeto es más complejo, su alzado posterior, su otro perfil e incluso su planta inferior. Y con ello, finalmente conseguimos definir y materializar ese objeto en el espacio en tres dimensiones.

Bien, sí, eso es así, pero en la vida existen otras formas y otros objetos que no son materiales. Más bien no son objetos pero se trata de conceptos, ideas, emociones. Y es aquí, donde ya no disponemos de planta, alzado y perfil, más bien nos enfrentamos a distintas formas de ver una misma idea o concepto. Ese ángulo distinto que hace que cada problema, cada emoción, cada concepto sean totalmente distintos si los miramos desde la izquierda o desde la derecha, desde arriba o desde abajo, desde frente o desde atrás.

Las personas también parecen ser diferentes según desde qué ángulo nos miran, quien nos mira, quien nos habla o de qué nos hablan. Y en función del interlocutor parece que nos transmutamos como los pulpos mostrando ese ángulo de nosotros mismos que ofrece una versión diferente, que puede resultar tan atrayente o repelente. Así se habla de personas poliédricas, y es que son personas capaces de ofrecer muchas caras de sí mismos porque poseen la capacidad de adaptarse a diferentes ambientes o a distintas formas de pensar y de actuar.

Así, entonces, tenemos que la realidad que miramos y que pretendemos ver de forma objetiva nunca se comporta de forma objetiva porque para ello en la mayor parte de nuestras decisiones deberíamos incorporar un análisis intenso de los diferentes puntos de vista de lo que juzgamos, y en la mayoría de los casos no tenemos ese tiempo para ofrecer en nuestro juicio, y terminamos juzgando los acontecimientos, las emociones, las decisiones tan sólo por el punto de vista que estimamos más oportuno pero que no ofrece la completitud de una visión profunda. Sin embargo, cuando nos tomamos la molestia de analizar los problemas, las emociones, los conceptos desde múltiples ángulos, caras y puntos de vista, resulta que obtenemos una enorme riqueza en el entendimiento de lo que nos rodea, aunque es cierto que normalmente el tiempo juega en nuestra contra y sentimos la necesidad de tomar decisiones inmediatas aunque de ellas dependa gran parte de nuestra vida.

Ya lo decía Einstein, ¡qué grande sabio y visionario!, cuando nos ofrecía la teoría de la relatividad. En fin, es una broma, su teoría de la relatividad no tiene nada que ver con el punto de vista, aunque él sí vió otro punto de vista a la física newtoniana, y por ello nos brindó una de la más maravillosas teorías físicas de todos los tiempos. En lo referente al punto de vista, es la palabra relatividad la que me interesa, por cuanto que ofrece ese gran concepto de que las cosas siempre son relativas. Son relativas al sujeto que las piensa y realiza, al sujeto que las observa, y normalmente el resultado de una obra de arte, o una obra literaria, o cualquier forma de expresión, deriva en una forma muy diferente de ver esa obra por parte del público. Incluso, se da la circunstancia de que muchas de estas obras son comprendidas de formas muy diferentes en distintas épocas, probablemente porque los condicionamientos sociales de cada momento ofrecen un filtro y un punto de vista totalmente distintos y por tanto el entendimiento del sentido de la obra pasa a ser otro distinto al que inicialmente concibió el autor. A veces se enriquece, a veces se malinterpreta, a veces se interpreta según la corriente oficial predominante. Incluso dentro de las obras, los autores incorporan detalles o hilos narrativos intencionadamente distintos para esconder un enigma, para evitar la censura, para crear una narrativa paralela más allá de lo banal y lo aparente.

El punto de vista sin duda es algo que debemos siempre cuidar, analizar, dedicar tiempo (si lo tenemos), para así saber como obrar ante esa idea, emoción, concepto que nos pueda perturbar.

¿Qué ocurriría si estamos en sociedad y ante un estímulo altamente conocido, por ejemplo un color, la mayoría decide que ese color es otro distinto al que conoces? Eso crea un enorme desconcierto en cualquier individuo. Le hace dudar de su propia capacidad perceptiva. Pero, ¿y si realmente, ese individuo lo percibe así? Un daltónico no puede evitar ver los colores con otras tonalidades, pero el problema está realmente en que los daltónicos no son mayoría, porque sino los colores y su catalogación los impondrían ellos. Así que, al final todo lo que percibimos tiene una cierta relatividad a los tiempos que corren y a sus condicionamientos religiosos, condicionamientos científicos y condicionamientos sociales.

Al final, si quieres tener la verdad sobre algo, piensa que esa verdad es muy poliédrica y tendrás que mirar bien desde diferentes ángulos lo que tengas ante ti. Recaba información desde diferentes puntos de vista, analiza desde muchas perspectivas, y finalmente tendrás un resultado más bello y rico, aunque siempre menos simple. En esta sociedad, se nos intenta vender la idea de simplificar todo, y creo que es un gran error, ya que la idea de simplificar siempre elimina de por si mucha información, lo cual impide ver la realidad en su verdadera amplitud y complejidad. Aunque es verdad que de forma práctica, aunque se someta a los problemas a análisis sesudos, es importante al final con esa información poder dar una respuesta simple y directa. Se trata de abrir el abánico para que fluyan las ideas y conformen la verdad, y luego cerrarlo dejando la solución en un concepto más simple y decisivo.

Con esto, no olvidéis lo importante de la perspectiva, el punto de vista, el filtro, el ángulo, la cara por donde miréis cualquier problema, y no olvidéis incorporar muchas vistas ya que os dará mucha información y empatía sobre cualquier problema que analicéis, penséis y desarrolléis. ¡Larga vida al pensamiento profundo y análitico!

Por ddreams

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *