¡Soñad, malditos soñad!

Sí, soñad, porque soñar es gratis. Es una de las actividades más interesantes e inquietantes de que dispone el ser humano y quizás los animales mamíferos.

Dicen que cuando dormimos nuestro cerebro no descansa y entra en una fase de sueño que resulta de lo más curiosa. Nuestros pensamientos y recuerdos se reordenan, se generan nuevas formas artísticas y creativas de ver y percibir la vida y lo que nos rodea. ¿Quién no ha soñado y ha desarrollado pensamientos altamente creativos con imágenes que no sabes bien de donde te vienen pero que es tu imaginación la que crea ese universo?

Los sueños tienen algo que siempre me ha enganchado. Tienen su propio espacio, su propio universo. Es como una región en la que cuando entras vuelves al mismo punto consciente de tu último sueño relacionado, y así puedes llegar a continuar sueños que ya habías tenido anteriormente pero que en tu mundo consciente normal nunca llegan o raramente lo hacen. Por eso, me gusta soñar, y luego recordar el sueño porque siempre obtienes resultados muy sorprendentes y autónomos de lo que realmente quieres y necesitas. De alguna forma, quizás es ahí donde el cerebro toma decisiones importantes.

Dormir es muy importante, y dormir bien incluso todavía más, pero soñar diría que es algo para mi deseable, y sobre todo cuando me acuerdo de mis sueños. Normalmente, suelen tener un alto componente psicodélico, y es que creo que aquí es donde nuestra glándula pineal hace de las suyas.

La glándula pineal. ¿Qué es esto? Muy interesante. Se trata probablemente de una de las más importantes del ser humano, por supuesto sin despreciar a ninguna, ya que regula los ritmos circadianos de las fases día-noche y regula hormonalmente el cuerpo, generando melatonina, derivado de la serotonina. Se llama pineal por su forma de piña, y de alguna forma se cree que es algo así como un ojo atrofiado que de hecho es sensible a los procesos de luz y no luz, por eso regula los procesos más básicos relacionados con la actividad e inactividad en el sueño. Algunas especies todavía poseen ese tercer ojo visible en la superficie de la piel, pero el ser humano y los mamíferos lo tienen oculto.

Se han hecho experiencias con drogas alucinógenas como algunas de las que contienen DMT (dimetiltriptamina), y se cree que estas estimulan la glándula pineal, generando visiones que cambian inclusive a las personas con visiones astrales, visiones mesiánicas o percepciones de sí mismo muy introspectivas que muchas veces cambian el curso de sus vidas. Por ello, dicen que es donde reside la percepción del alma.

Se cree que la glándula pineal es la que muchas antiguas culturas identificaban como el tercer ojo, el ojo de Horus, … , y yo me atrevería a decir que esta glándula tiene algún tipo de neurotransmisor que bien entrenado y estimulado es el que permite acceder a lo que una vez más muchas culturas han identificado como la iluminación. Una especie de estado en el que el ser humano se encuentra en equilibrio armónico con todo el universo, el cosmos y la naturaleza, y donde se halla una paz y sabiduría inmensa. La única vía de alcanzar algo así es el entrenamiento, al igual que se entrena cualquier otro músculo del cuerpo, para conseguir el control de ese gran transmisor/receptor, y eso sólo se puede alcanzar mediante la meditación. Por ello, una vez más la meditación transcendental es y ha sido la única vía para llegar a ese estado vital tan excelso. Probablemente, ninguno de nosotros nunca llegue a tal límite e incluso es posible que no todo el mundo pueda desbloquear el acceso a su glándula pineal, pero probablemente si se accede, se acceda a un mundo distinto, muy transcendental.

Como curiosidad, la referencia cultural a esta glándula quizá sea más evidente de lo que creemos. En la religión cristiana católica, el Papa utiliza un gran báculo cuyo asidero es una piña, y en el propio museo Vaticano existe una enorme piña que adorna un jardín previo a todas las instancias provistas de grandes pinturas y esculturas. En la antigua India, el tercer ojo es bien conocido como el medio de acceder a la iluminación. Y en el antiguo Egipto, la referencia al ojo de Horus parece tener una referencia a ese ojo que todo lo ve en la cúspide de la pirámide (símbolo de masones), y el dibujo del ojo de Horus se asemeja enormemente al perfil nuestra glándula pineal.

Ahí dejo esto, y como digo soñar es gratis y además muy bueno para el desarrollo mental inconsciente donde nuestras mentes a veces resuelven los problemas más difíciles, ordenando las ideas de nuestro mundo consciente.

En un documental que vi del grandísimo Nikola Tesla, como sabeis inventor de la corriente eléctrica alterna y coetáneo del otro inventor de la corriente eléctrica contínua, Thomas Alva Edison, que en gran medida se aprovechó de Nikola, éste afirmaba que él cuando dormía y soñaba, encontraba soluciones a sus problemas, soluciones que además decía que podía ver en tres dimensiones y con perfecta claridad desde todos los ángulos. Indudablemente, es un personaje irrepetible, por cuanto contribuyó al desarrollo del siglo XX: la electricidad, la transmisión inalámbrica (telemandos), la radio, etc. Nunca llegó a ser premio Nobel a pesar de enorme relevancia, y cuando murió, se intervinieron todos sus enseres y más de 200 de sus invenciones pasaron a ser patentes que explotó EEUU en secreto durante años.

Pero volviendo los sueños, no cabe duda que esas fases oníricas contribuyen de forma formidable a la estabilización emocional y mental de nuestra base de datos de pensamientos y emociones.

Claro está, que luego existe esa otra forma de soñar, que se trata de la de los sueños despiertos, que más que sueños son anhelos y deseos de realización a muchos niveles de la persona. Esos, también diría que son imprescindibles, en tanto que contribuyen a ese estado extraño de felicidad que todo ser humano tiene, y que sólo se alcanza cuando todo aquello que deseamos lo cumplimos. Aunque es verdad que el concepto de felicidad da también para cualquier otro ensayo, ya que nadie sabe a ciencia cierta en qué reside, y ni siquiera la gente más feliz sabe por qué razón lo es.

Soñar, en cualquier caso y forma, parece que siempre se asocia a un estado de bienestar, aunque sí es cierto que existe esa otra forma de soñar, que además cambia el nombre a los propios sueños y los torna en pesadillas, pero de esos sueños nadie quiere hablar, porque son los malos, los que nuestro cerebro y mente necesita procesar como catarsis ante emociones negativas, y además son esos sueños de los que nunca te quieres acordar.

Pues finalmente, sólo me queda deciros que soñéis, y que soñéis mucho, porque yo cuando sueño y me acuerdo de mis sueños, es para mi una de las actividades más placenteras, psicodélicas e inolvidables que conozco, y me aportan gran información de ese mundo desconocido e impredecible de tu otro yo oculto.

¡¡Soñad malditos, soñad!!!

Por ddreams

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *