Hace tiempo que pienso sobre algo que me inquieta y me llena de dudas mi pensamiento. Asistimos a un mundo donde parece que tener una actitud firme y decidida sin fisuras y sin aparentes dudas sobre lo que se va a hacer, es algo que se valora mucho. Vemos a las personas que hacen eso como personas decididas, y alabamos el hecho de que sean tan decididas como algo importante y como una muestra de seguridad ante lo que hacemos y ante la vida. Algo así como si pensáramos que esa persona tiene algún don mágico que le hace tener mejores visiones sobre lo que hacer o lo que decir ante todo, y a lo mejor sí ciertamente tiene mejor criterio que otros. Pero muchas veces lo único que ocurre es que esa persona, no sé si con buen criterio, está tomando una decisión rápida, anulando el resto de opciones y sin un pensamiento más sesudo o concienzudo del tema. Esto en situaciones triviales puede no tener más importancia que decidir si vamos a este bar o a este otro a tomarnos la cerveza, pero en otras, el tomar una decisión apresurada puede suponer un gran riesgo para nuestra persona, para nuestras finanzas e incluso para el desarrollo de nuestro negocio.
¿Qué estoy queriendo decir con esto? Pues que la duda es la herramienta básica del pensamiento crítico, para exponer todo cuanto nos acontece ante un filtro que nos permita ordenar y analizar todo lo que nos ocurre y nos ayude a tomar mejores decisiones. Estoy queriendo decir eso, sí, que dudar es bueno, que es signo de inteligencia, que es sinónimo de pensamiento, aunque también, como en casi todos los órdenes de la vida, en más dosis de las adecuadas, la duda puede ser un calvario, y una fuente de problemas importante.
Me gustaría dejaros algunas frases célebres de algunos de los más grandes pensadores y genios de la historia, que nos exponen la duda:
- Sir Francis Bacon: “Si comienza uno con certezas, terminará con dudas; mas si se acepta empezar con dudas, llegará a terminar con certezas.”
- Louis Pasteur: “Duda siempre de ti mismo, hasta que los datos no dejen lugar a dudas.”
- Aristóteles: “Es de importancia para quien desee alcanzar una certeza en su investigación, el saber dudar a tiempo.”
- René Descartes: “Para investigar la verdad es preciso dudar, en cuanto sea posible, de todas las cosas.”
- Jorge Luis Borges: “La duda es uno de los nombres de la inteligencia.”
- Proverbio griego: “El que nada duda, nada sabe.”
- Sir Francis Bacon: “La duda: la escuela de la verdad.”
- Oscar Wilde: “Hablan mucho de la belleza de la certidumbre como si ignorasen la belleza sutil de la duda. Creer es muy monótono; la duda es apasionante.”
- Miguel de Unamuno: “Es débil porque no ha dudado bastante y ha querido llegar a conclusiones”
- Cicerón: “Hablo, pero no puedo afirmar nada; buscaré siempre, dudaré con frecuencia y desconfiaré de mi mismo.”
- William Shakespeare: “La duda modesta es llamada el faro de los sabios.”
- Proverbio chino: “Profundas dudas, profunda sabiduría; Pequeñas dudas, poca sabiduría.”
- Charles Darwin: “Sin duda no hay progreso”
- Aristóteles: “El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona.”
- Refrán: “En caso de duda, no determines, cosa alguna.”
Podríamos decir entonces que la duda puede aparecer como la herramienta del acierto final ante un problema, es decir, que debemos dudar ante todo, pero ¡ojo! no nos pasemos de dudar porque quizá nunca decidamos nada. Aunque, a decir verdad, si eso ocurre, es posible que deba ser así, porque de lo contrario estaremos tomando una decisión de la que no estaremos seguros y probablemente corramos un riesgo muy alto. Así que, en la duda también podemos optar por la pasividad y la ausencia de movimientos, y quizá no nos estemos equivocando. Ya tendremos tiempo de salir de esa duda, y ya habrá algún motivo que nos sacará de esa duda y nos hará decidirnos.
Pero como no quiero ser tendencioso ante mi debilidad por la duda razonable y el pensamiento crítico desencadenado, quiero también mostraros algunas reflexiones sobre la duda y el ataque a la indecisión, y por ello os voy a mostrar algunas frases célebres:
- William Shakespeare: “Nuestras dudas son traidores y nos hacen perder el bien que a menudo podríamos ganar por temor a intentarlo.”
- Buda: “No hay nada más terrible que el hábito de la duda. La duda separa a las personas. Es un veneno que desintegra las amistades y rompe las relaciones agradables. Es una espina que irrita y duele; Es una espada que mata.”
- Honoré de Balzac: “Cuando dudas de tu poder, le das poder a tu duda.”
- Henrik Ibsen: “Si dudas de ti mismo, estás vencido de antemano.”
Si nos vamos al origen de la duda, nos encontramos con un enfrentamiento al que nuestra mente se ve abocada cuando la lógica le lleva a dos o más caminos diferentes. Es una encrucijada en la que debemos elegir aquel camino que creemos más conveniente. Pero ahí es donde la lógica es perversa y nos ataca de contínuo. Claro que esa lógica se alimenta de información que nutre nuestras decisiones, y a medida que añadimos más información, más elementos para la decisión tenemos pero incluso más lío generamos en nuestra decisión, ya que podemos estar saturando de datos la solución a nuestro problema. Así que, digamos que no suelen ser problemas sencillos los que nos llenan de dudas la mente. ¿Quién no ha oído alguna vez aquello de si le haces caso a tu cabeza o a tu corazón? ¡Qué curioso! ¡Cómo si el corazón tuviera pensamiento! No lo tiene, es cierto, pero en realidad es porque cuando decimos eso, es porque la solución que estamos dando a nuestro problema satisface mucho más a nuestra parte más emocional y menos cerebral. A veces preferimos elegir más el amor y la felicidad emocional que el dinero y la opulencia terrenal, y eso nuestra mente lo adivina y lo pone en valor. Y ahí está nuestro terrible dilema existencial: amor o dinero. ¡¡Jajaja!!! Bueno … no todo es así, y de hecho no existe nada blanco ni negro, sino en tonalidades grisáceas.
El caso es que las dudas a veces se tornan eternas, de hecho, a menudo se habla de la eterna duda. Y es porque hay cosas que no tienen una solución nada clara, y sólo dependerá de nosotros el elegir un camino que será el que hayamos decidido tomar, o incluso la perspectiva del problema es la que no nos permite decidirnos. Y probablemente, siempre nos quedará esa duda de: “y si hubiese elegido esa otra chica”, “y si hubiese elegido esa otra profesión”, “y si hubiese llevado ese otro tipo de vida”, y así podríamos tener tantos “ysis” como quisiéramos. Nuestras vidas están marcadas por multitud de decisiones que decantan nuestro destino final en la vida, y que deciden qué terminaremos siendo, cómo nos verán los demás y cuan felices seremos con nosotros mismos. Podríamos decir que nuestra vida es un árbol de decisiones contínuo, un mar de dudas contínuo, en el que vamos escogiendo un caminito y que si lo viéramos pintado en un papel nos daríamos cuenta que empezamos en el tronco del árbol y finalmente terminamos en una ramita pequeña, pero que hay tantos caminos como ramas y ramitas se nos cruzan. A lo mejor podríamos pensar en la famosa mecánica cuántica, que dice que todas las posibilidades de que ocurra algo se están produciendo al mismo tiempo y conviven, es decir, que el gato de Schrödinger está vivo y está muerto a la vez, lo cual resulta contraintuitivo, pero en cualquier caso nuestras vidas podrían haber tenido infinitos resultados si nos atenemos a la cantidad de veces que tomamos decisiones continuamente. Me recuerda esto un poco a la teoría del caos, esa que dice que el vuelo de una mariposa en Sri Lanka pueda crear un huracán en EEUU, es decir, algo así como que cualquier alteración en el orden de las cosas genera una reacción en cadena de acontecimientos imprevisibles que terminarán cambiándolo todo.
Y ahora que lo pienso, creo que me he alejado un poco del mundo de las dudas, o quizá no tanto, ya que nuestras decisiones van ligadas a nuestras dudas y a los acontecimientos que nos circundan, así que no estoy seguro pero creo que sí tienen relación. ¡Malditas dudas!!
Después de tantas dudas, no sabréis por qué decantaros, pero recordad que esas dudas os reportarán enorme sabiduría, aunque sólo sea por saber que hay cosas que no son ni buenas ni malas, que tan solo son, y por tanto sólo el que las mira las observa a su manera e incluso puede que el observador influya en lo observado, algo que ya se sabe que ocurre en física. ¿O no? ¿O sí? No sé …. ffff … ¡qué de dudas!!
El nombre de la duda es bien conocido por sus numerosos sinónimos, y así tenemos a sus hermanos la incertidumbre, la indecisión, la vacilación, el dilema, la disyuntiva, la cuestión, el interrogante, la dubitación.
¿Os he enseñado a dudar? … bueno, en realidad ya sabíais de sobra ¿verdad? … pero no os perdáis en un mar de dudas, o sí, o no. Pero si os perdéis, que seguramente os ocurrirá a menudo, es posible que sea necesario vagar por el mundo de lo dubitativo, porque tomar una decisión en dudas podría ser desastroso, aunque tampoco estoy seguro. ¡Vaya! ¡Qué fastidiado es esto de dudar tanto!!
En fin, que dudar es inteligente, no lo olvidéis, más si dudáis en exceso puede que nunca os decidáis, con lo que nunca sabréis si lo hicisteis bien o mal, y al final la vida está llena de aciertos y equivocaciones, y sólo así aprendemos de nuestros errores.