«Is this the real life? Is this just fantasy? …» cantaba Freddy Mercury en una de las maravillas musicales más célebres de la historia de la música moderna, ese Bohemian rhapsody. La Reina (Queen) nos mostraba el camino de la duda hacia la realidad, esa realidad a la que Neo se enfrentaba en aquel maravilloso Matrix, que mostraba esa realidad tan distópica como innegablemente funesta y terrorífica, dejándonos aquellas imágenes de incubadoras humanas para la posteridad. Pero una vez más, eso no dejaba de ser ficción ¿verdad? Una realidad extraña y perturbadora, que confunde nuestros sentidos, y nos hace mostrar una debilidad agónica, donde a menudo sentimos una enorme duda de si nuestra existencia es tan real como creemos, o hasta nosotros mismos podemos dudar de lo más básico.
Hace poco veía un corto de cine que me golpeó profundamente en mi realidad, y sobre todo en mi percepción de la misma. El corto tiene un título tal que «El mejor video para entender la psicología social» (https://www.youtube.com/watch?v=jTuZlxpSL9Y), y no dejé de sorprenderme de lo intenso y salvaje de esa realidad dubitativa que se deslizaba por el discurso del personaje principal, dejándonos, palabra tras palabra, un discurso lleno de preguntas sin respuestas y dudas existenciales, imposibles de resolver, diría yo. La realidad es un «constructo social» decía el protagonista, y enfatizaba sus palabras con argumentos sólidos y contundentes de cuan débiles somos socialmente, y de lo difícil que se hace decidir qué es lo verdaderamente real o no. Al final, no puedo estar más de acuerdo en su alegato, y afirmar humildemente que la realidad es efectivamente eso, un constructo social, donde además no existe una única realidad, sino que existen múltiples realidades paralelas ante los mismos acontecimientos, y como es verdaderamente sorprendente ver lo fácil que resulta manipular a grupos sociales para que perciban la realidad de una forma u otra.
Y llegado a este punto, estoy seguro que muchos de los que leáis esto, pensareis que eso no es así, al igual que plantea el alumno, protestando al profesor, en el mencionado corto. Pensareis que la realidad es objetiva y real, sin artificios, sin más que acontecimientos ocurridos secuencialmente en esa película del tiempo que nos envuelve a todos. Pero ya que hablamos del tiempo, ¿percibimos todos el tiempo de la misma forma y a la misma velocidad? ¿No hemos tenido nunca la sensación de que el tiempo avanzaba más rápido o más lento según las circunstancias? ¿Entonces? ¿Será que el tiempo no se percibe siempre igual? ¿El cerebro guarda los fotogramas de lo ocurrido de la misma manera siempre, o por el contrario a veces omite cosas, o peor, las inventa o las añade? Todas estas preguntas nos las hemos hecho muchas veces, y nunca hemos llegado ni llegaremos a ninguna conclusión veraz, pero es indudable que la física del tiempo y del espacio nos dicen que objetivamente el tiempo avanza de una forma medible, y para eso tenemos los magníficos relojes, que nos registran el paso del tiempo de forma eficaz y milimétrica. Aunque también podemos meter en la ecuación la famosa relatividad del tiempo, y con ello ya conseguimos un cóctel tremendamente disparatado donde nada parece ser real. En la película Contact, la protagonista, Jodie Foster, realiza un viaje en el espacio y el tiempo a través de una máquina que es construida a tal efecto con diseños alienígenas, y que después de un experimento que apenas dura unos segundos, prueba esa relatividad. La nave cae y en la Tierra apenas se percibe el paso de nada extraordinario, hasta que el tripulante de la misma relata sus vivencias, acontecidas en otras dimensiones, donde narra una secuencia de acontecimientos tan maravillosos como imposibles. Ella habla del contacto con otros seres en otra dimensión del espacio y del tiempo, donde tiene lugar una larga conversación y estancia casi paradisíaca. El relato de la tripulante parece inventado, porque el registro de la caida de la nave no muestra ninguna alteración física en su caida, pero sin embargo, el detalle que se revela inquietante, nos muestra como un reloj interno de la nave registra el paso de muchas horas para aquello que tan solo parecía haber acontecido en apenas segundos a la vista de todos. Es ahí, y en ese inconmensurable detalle, donde el concepto de la relatividad del tiempo aparece majestuosamente para mostrarnos la rareza y el difícil entendimiento de nuestra realidad. Se revela la realidad de lo acontecido en el experimento, que tan sólo la tripulante, Jodie Foster, es capaz de percibir y vivir en primera persona. Ella atraviesa el espacio-tiempo mediante un agujero de gusano que le transporta a una realidad distinta y cósmicamente distante, y consigue hablar con seres de otros mundos, que le hablan de la vida y de la percepción de la misma, y todo ello acontece en una fracción de segundo mientras la nave cae en la realidad de la Tierra, y mientras ella experimenta una realidad rica en experiencias y con un espacio temporal apreciable en su realidad paralela. Después de eso, tan solo la protagonista y tripulante de aquel artefacto es la poseedora de aquella verdad que solo ella puede atesorar, y es que la vida es tremendamente relativa hasta en los procesos físicos más básicos aparentemente, pero que podrían esconder complejidades inmensas.
Y aun así, voy a poner una pica en Flandes, y voy a pelear por esa objetividad de la realidad física. Porque hay una realidad física ¿no? Diría que sí, aunque también la hay en Matrix, en aquella memorable producción cinematográfica, y todos aquellos habitantes registran la realidad como un proceso real, y sin embargo no es más que una proyección interna de la realidad, es decir, una realidad virtual que envuelve a la propia realidad física y que hace que el cerebro perciba los acontecimientos de forma alterada y edulcorada. Pero, sin ir a esos límites de una supuesta realidad virtual implantada en el ser humano, ¿qué hay de la realidad en si misma, y de como la percibimos?, ¿la percibimos todos de la misma forma?, ¿tenemos todos las mismas consideraciones morales y éticas?, y en consecuencia, ¿observamos la realidad con el mismo prisma? Un mismo acontecimiento, bajo distintas ópticas ético-morales, sería percibido de forma diferente. Un gesto en el mundo occidental puede no tener el mismo significado en el mundo oriental y ser percibido como algo amenazante o agresivo, y viceversa. Un comportamiento social puede tener distintas actitudes en distintos grupos sociales en nuestro planeta, con lo que podemos decir entonces que sí, que la realidad es un constructo social, y dependerá enormemente del conjunto de valores ético-morales al que se sometan. Incluso cualquier grupo social puede ser inducido a un cambio en la percepción ético-moral de lo que acontece, realizando cambios en el entorno, a base de políticas agresivas de coerción social y educativas que redunden en cambios profundos en la concepción de lo que está bien o está mal. Ese proceso, tras un tiempo adecuado, tiene sus frutos y termina derivando en una nueva forma de percibir la realidad, como un auténtico constructo social.
Y yendo más allá en la percepción de la realidad, ¿qué hay de la realidad virtual?, ¿qué será del ser humano si le envolvemos en una capa de realidad artificial, que no sabemos quien o quienes la manejarán y arbitrarán? ¿Cómo de peligrosa se volvería la sociedad en manos de unos pocos oligarcas que ejercieran el poder y la custodia de la realidad y su apariencia, haciéndonos a todos rehenes de sus miserias, caprichos e intereses, y condicionando al ser humano a una existencia adulterada y drogada por los delirios de unos pocos? Habitualmente, se nos quiere vender la realidad virtual como el paradigma de un nuevo universo por explorar, donde tendríamos otras posibilidades y capacidades, pero lejos de ser eso, se adivina un mundo de adicción a la realidad manipulada, y un mundo donde el ser humano perdería toda su esencia, para convertirse en una marioneta de si mismo, incapaz de distinguir lo real de lo irreal, o peor todavía, de anhelar lo irreal, por pensar en ello como una puerta de escape hacia la utopía de la felicidad, en un mundo donde todo sería ficticio, y donde las relaciones humanas terminarían siendo una ficción disfrazada de realidad cotidiana.
Me preocupa particularmente ver como en acontecimientos recientes, se adivinan comportamientos manipuladores hacia las masas sociales, explotando los miedos y las fobias más cervales, y con los que se consigue adoctrinar a grupos numerosos de individuos que creen firmemente en argumentos flojos, con gran ausencia de lógica y donde las fallas lógicas en los hilos que conectan la realidad son más que evidentes, pero que son sistemáticamente silenciadas para evitar una disidencia incómoda que imposibilitaría el gran objetivo a cumplir, oscuros intereses. También, se adivinan grandes políticas de manipulación en acontecimientos de gran calado, que azotan fuertemente a los símbolos sociales y que amenazan con una supuesta desestabilización del sistema, y donde la lógica, una vez más, de los acontecimientos flojea, y delata burdamente los planes grandilocuentes y amenazadores de unos grupos que intentan la coacción social y la manipulación, a través de situaciones imposibles pero tremendamente amenazadoras, donde la sociedad se niega a ver la lógica, y termina creyendo el argumentario manipulador y abyecto de una pequeña élite enferma. Pero aquí se revela la debilidad intrínseca del ser humano, y como unos pocos, conocedores de ello, abusan de esas deficiencias en nuestra condición humana.
¿Qué es real y qué no? ¿Quien tiene la llave de la objetividad si cada ser humano dispone de unos sensores que difieren ligeramente en su desempeño? ¿Todos los ojos ven igual? ¿Todos los oidos escuchan igual? ¿Todos los cerebros procesan la realidad de la misma forma? Y si ninguna de las respuestas es afirmativa, ¿por qué afirmamos de forma vehemente que la realidad es una fija e inalterable? Quizá la respuesta se halle en una respuesta más social y menos rigurosa, y es que la sociedad necesita establecer unos patrones de comportamiento determinados para poder medir la realidad de forma coherente y medianamente objetiva de acuerdo a las convenciones establecidas. Y entonces, vuelvo a preguntar, ¿qué es la realidad? ¿Realmente podemos establecer un mismo concepto de la realidad para dos individuos distintos? En la película Interstellar, se aventura un concepto realmente inquietante y hermoso como es el de las realidades coexistentes a la propia realidad, en una suerte de física cuántica, tan díficil de entender como de percibir de forma natural e intuitiva. De hecho, es uno de los conceptos más contraintuitivos que existen, ya que el ser humano no está preparado para percibir la realidad de esa forma. En esa realidad, no existe una única realidad sino múltiples realidades coexistentes que se pueden dar o no de forma probabilística. Ese gato de Schrödinger que está vivo y está muerto al mismo tiempo. En la película se puede observar ese momento en el que se manifiestan infinitas realidades al mismo tiempo, y donde el protagonista termina comunicándose remotamente con su hija de una forma magníficamente orquestada a través de un conocimiento mutuo que les hacía comunicarse en dos realidades distintas a través de ese código Morse. Sí, es verdad, es tan solo una película, pero es también una maravillosa forma de inducir una idea en el colectivo, de forma que seamos conscientes de hasta qué punto la física moderna entiende por realidad, y como esta se manifiesta. Porque no olvidemos que esa nueva forma de percibir y entender la realidad condicionan la manera de plantear la física y la experimentación de la realidad, y a la postre avanzar en el desarrollo humano.
En fin, que después de tantas vueltas a lo real e irreal, vamos a tener que pellizcarnos para convencernos de que seguimos aquí, y que lo que nos rodea nos duele, nos afecta, nos irrita, nos alegra, … para descubrir que seguimos vivos, y al final, a lo mejor, todo es real, con ciertos toques de irrealidad, o quizá todo es irreal, con ciertos toques de realidad.