El sexto sentido

¿Cuántos sentidos tenemos? Por importancia, podríamos enumerar: la vista, el oido, el olfato, el tacto y el gusto. Quizás el orden de importancia es discutible, pero sin duda podemos decir que estos son los que el ser humano es capaz de manejar. Y en realidad, ¿qué son en realidad los sentidos? Pues bien, los sentidos no son más que los sensores que dispone nuestro cuerpo para detectar estímulos externos, que en perfecta combinación y armonía con nuestro sistema cognitivo central, es decir, nuestro cerebro, nos proveen de la información necesaria de lo que ocurre a nuestro alrededor. Es decir, con ellos somos capaces de distinguir si hace calor o hace frio, si cambia la presión atmosférica, si se aproxima un objeto, si hay un olor alrededor que nos advierte de algo, si se oyen pasos o ruidos de cualquier índole, … en definitiva, de lo que es una percepción integral de lo que sucede a nuestro alrededor, y que motiva nuestras reacciones de miedo, alegría, sorpresa, alerta, etc, que son básicas para nuestra supervivencia.

Y entonces, ¿qué es eso del sexto sentido? Es verdaderamente interesante el concepto de sexto sentido que tenemos, y que viene a ser una especie de sentido adicional del que disponemos para añadir información a lo que sucede en nuestro mundo cercano, pero que tiene que ver no exclusivamente con los sentidos anteriormente mencionados, sino con una meta información resultante de nuestra experiencia de acontecimientos pasados, de la correlación de acontecimientos, de expresiones sociales indetectables. Se trata de lo que comúnmente denominamos intuición. Esa palabra que define esas sensaciones tan particulares que tenemos de forma personal e intransferible ante los acontecimientos, y que a diferencia de los sentidos, son personales de cada cual, y por tanto dependen totalmente de la capacidad intuitiva de cada individuo. Con esas intuiciones somos capaces de detectar situaciones embarazosas con antelación, o capaces de decir si alguien pretende engañarnos, … y al final son una verdadera ventaja para quien dispone de un gran capacidad intuitiva, porque le confiere una ventaja adaptativa realmente importante. Pero la intuición, a veces parece estar reñida con la verdad lógica y demostrable con hechos, y más bien se basa en percepciones de lo que creemos que va a suceder o ha sucedido en función de nuestras experiencias y la relación entre los diferentes acontecimientos causales que parecen envolver la realidad que intuimos. ¿Eso significa que no es válida la intuición? No, no significa eso, pero a veces podemos ir más allá en lo que consideramos intuición y adentrarnos en la pura especulación, dando por hecho aquello que creemos intuir. Por eso, la intuición es una más que poderosa herramienta, a la que hay que saber poner límites para que su eficacia esté dentro del terreno de lo real.

Recuerdo que viendo un capítulo de Cosmos, esa serie de astronomía legendaria del gran Carl Sagan, escuchaba con atención todo cuanto decía sobre la percepción del universo que nos rodea, y me abrió una puerta, que quizá estaba entreabierta, a pensar en como percibimos todo lo que nos rodea. Sagan comentaba, y se hacía una pregunta retórica: «¿cómo era posible que existiendo miles de millones de trillones, etc de estrellas que brillaban con tanta intensidad en el espacio, no viéramos el cielo en la noche completamente iluminado?» Evidentemente, eso nos debería hacer pensar en como viaja la luz y si hay obstáculos en el camino, e incluso si nuestros ojos perciben todo lo que pueden percibir. La primera premisa que deberíamos poner en la mesa es que nuestros ojos sólo ven en el rango del espectro visible de la luz, y eso es realmente una porción muy pequeña de lo que la luz emite en sus diferentes rangos, por lo que nuestros ojos se están perdiendo cualquier emisión de luz en rangos como el ultravioleta, el infrarrojo, los rayos X, etc, y por ende no percibimos la realidad en su totalidad. Esto sencillamente hace que no seamos capaces de observar casi la mitad de las estrellas que nos circundan, ya que muchas de ellas ya no emiten en el rango visible, y tan solo lo hacen en el infrarrojo por haber agotado su combustible nuclear, como es el caso de las enanas marrones, enanas rojas y enanas negras. Y considerando que ahora sabemos que estas estrellas son tan frecuentes como las visibles, resulta que no vemos todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Y esto, no es más que un pequeño ejemplo de todo aquello que no percibimos a nuestro alrededor, y está basado en un único sentido, pero es que si atendemos al resto de los sentidos, veremos que ocurre lo mismo con el sentido del oido, cuyas longitudes de onda que percibimos están en un rango, y evidentemente no percibimos sonidos en otras longitudes de onda. Y así podemos seguir con los cinco sentidos clásicos de nuestro cuerpo humano. De hecho, si fuéramos capaces de percibir en todos los rangos en todos los sentidos, tendríamos un volumen de información de lo que sucede a nuestro alrededor realmente muy amplificado, y probablemente descubriríamos realidades distintas y quien sabe si entes diferentes.

Pero volvamos a la idea de ese sexto sentido. Y lo he llamado sexto porque es el siguiente al quinto, y el cuerpo tiene 5 de forma clásica, pero seguro que podríamos hablar de más sentidos, como la orientación magnética, que algunos animales tienen hiperdesarrollado, y con él son capaces de hacer miles de kilómetros alrededor del mundo nadando, volando, reptando y caminando sobre la tierra, para luego ser capaces de volver a su lugar de origen sin equivocarse. Ocurre mucho en animales acuáticos como las ballenas, las tortugas, y muchos más, y por ello se cree que cuando sufren algún tipo de alteración funcional realmente significativa en esa orientación, en muchas ocasiones aparecen muchos de estos grandes animales varados y moribundos en las playas, sin aparente razón para ello. El cerebro de los animales también contiene magnetita, y supongo que dependiendo de las especies, esta cantidad de magnetita será mayor o menor, así como el sentido de control sobre esa orientación que les proporciona. Así que, la orientación magnética puede ser otro gran sexto sentido, o quizá séptimo. Y seguro que hay más sentidos, incluso algunos menos evidentes.

Si el ser humano dispusiera de unos sensores hiperaumentados, probablemente podríamos hablar de un superhumano con unas capacidades para reconocer la realidad muy superiores en muchos aspectos, aunque probablemente tendría que ir correlacionado con un cerebro (CPU) más poderoso, capaz de gestionar todos estos estímulos, o quien sabe si nuestro propio cerebro sería capaz de gestionarlo aumentando áreas de proceso distintas. Es un gran misterio, pero que seduce enormemente su comprensión.

Y yendo todavía más allá, ¿es posible que el ser humano sea capaz de comunicarse en otras dimensiones, en otras formas que aún desconocemos pero que intuimos? ¿Por qué parece haber personas que son capaces de establecer aparentemente comunicación de una forma extrasensorial? Sí, sé que esto es irse ya a un terreno fangoso y complejo, lleno de múltiples engaños, fraudes y otros sabores, pero sin embargo muchas personas afirman creer que existe algo más, que creen que hay personas que son capaces de percibir más allá. ¿Esas creencias forman parte de la fantasía, de la sugestión, de la necesidad de creer, o es verdad que hay algo más? Curiosamente, muchos gobiernos tienen departamentos de innovación, donde se experimenta y se invierte dinero en investigar si esto pueda ser una realidad condescenciente al ser humano. Gobiernos como el de EEUU llegaron a considerar a videntes y psíquicos como Edgar Cayce, que hacía predicciones de situaciones pasadas y futuras. Gobiernos como el de la Alemania nazi llegaron a confiar en personas como Madame Blawatsky, que hablaba de realidades de un pasado lejano antediluviano. Aunque lejos de cualquier parafernalia sensacionalista y centrándonos en la idea de la capacidad de percepción, y ¿un posible sentido más?, ¿podría nuestro cuerpo tener la capacidad de emitir y recibir información como si tuviéramos una antena emisora-receptora? Mi sospecha es que sí, pero es algo extremadamente discutible. Creo que órganos como son la glándula pineal son los que proporcionan al ser humano esa puerta al cosmos y a la comunicación interdimensional. Ya Descartes decía que en ella residía el alma, pero no es tan solo un tema de alma, es algo que quizás conferiría al ser humano una capacidad distinta y realmente superior en su comprensión de la vida y del universo en este vasto cosmos. Pero una vez más, volvemos a uno de los puntos de partida, ¿somos capaces de utilizar nuestros sentidos en nuestra máxima expresión? Es posible que el caso de la glándula pineal sea uno de los más interesantes y llamativos, y así la psiquiatría ya coquetea constantemente con ella y con nuevas terapias basadas en alucinógenos y sustancias psicotrópicas, que son capaces de abrir esas puertas cerradas y corregir problemas serios de adicciones y traumas enquistados en el ser humano, que la medicina convencional es incapaz de solucionar, y todo ello a través de la excitación de la glándula pineal.

¿Y si entonces estuviéramos ante la verdadera esencia del ser humano y la puerta hacia la conexión astral con otros mundos, con otros seres dimensionales? Puede que todo aquello de la meditación, del yoga, de los chakras, del tercer ojo hindú, del ojo de Horus, no sean más que partes de un mismo todo, es decir, el camino hacia la estimulación y control de esa preciosa antena emisora-receptora que nos haría seres más elevados y conectados con la realidad del universo. De alguna forma, lo que muchos pensadores, teólogos, profetas, etc trataron de decirnos que era el camino hacia la iluminación. Ese posiblemente sí que sería el sexto sentido.

Por ddreams

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