El escaparate de la vida

Pensaba por un momento en la forma en que evaluamos a todas las personas en la vida. Es sorprendente ver como somos capaces de extraer tanta información en tan poco tiempo. Hablaba con amigos de este tema, y les propuse lo siguiente: «Quédate sentado en cualquier sitio y durante 5 minutos observa a alguien de forma desentendida y sin que lo perciba. Verás como en ese tiempo eres capaz de acumular gran cantidad de información consciente y subsconsciente de esa persona.». Lo cierto es que nuestro cerebro está programado para extraer información contínuamente de lo que nos rodea. Y juzgamos y prejuzgamos a todas las personas y situaciones que tenemos en mente de forma inconsciente y de forma casi instantánea. Sí, sí, es verdad, no es lo que prevalecerá finalmente, porque luego después de un análisis más concienzudo y analítico somos capaces de afinar, moderar y alterar esos juicios y prejuicios, pero parece que de alguna manera nuestra biología necesita de esa información para la supervivencia, y la necesitamos de forma inmediata para evaluar la respuesta que tomaremos ante los datos. Y si los datos son amenazantes, haremos lo siguiente: no hacer nada, huir o pelear.

Pero metámonos en ese momento de indagación, y veamos qué extraemos. Es muy interesante ver que obtenemos una enorme cantidad de datos. En ese análisis, rápidamente sabemos más o menos el status social de la persona que analizamos, ya que nos fijamos en cómo viste, sus zapatos, su vestimenta, … Detectamos aspectos de su personalidad, como la actitud que muestra, sus gestos, la posición de su cuerpo, como se relaciona con otras personas, …. Todo eso son cuestiones que se graban en nuestro subsconsciente para que nosotros podamos en cuestión de segundos tomar decisiones, como son: si nos gusta (amor a primera vista), si es afín a nosotros culturalmente, si nos parece peligroso o si le vemos confiable, su estatura, su complexión, su estilo, sus movimientos … Parece increíble, pero en una cantidad muy pequeña de tiempo somos capaces de extraer una enorme cantidad de información, así que imaginemos lo que podemos sacar en 5 minutos, que al final también es muy poco tiempo. Pero lo importante de esto, es darse cuenta de una cuestión muy relevante, y es que somos capaces de prejuzgar y juzgar a una persona en un tiempo muy breve y sin apenas conocer más de la persona en profundidad. Y eso es muy poderoso, porque hace que seamos capaces de advertir mucha información que nos puede atraer y que nos puede repeler, y casi de forma imperceptible y automática. Hacemos esto de forma natural y desatendida como una tarea de fondo que nuestro organismo ejecuta para recabar constantemente información, pero lo cierto es que recogemos toneladas de información de forma inconsciente y subconsciente.

Y aquí viene algo totalmente interesante, y es, como esa información que almacenamos y guardamos, la utilizamos de forma totalmente contextual. Toda la información que almacenamos se guarda junto a otros datos contextuales, como son la presencia de determinadas personas, los lugares, los olores, los sonidos y las músicas, … Y al final esa información queda retenida en nuestra memoria con unos propulsores de contexto, que hacen que el acceso a esos registros de memoria sean más accesibles según si accionamos determinadas palancas de contexto, que ya hemos mencionado. Eso hace que nombres y apellidos que en ocasiones se nos resisten a la memoria, sin embargo fluyan fácilmente en el momento que contextualizamos la memoria. Y así por ejemplo, en una reunión de excompañeros a los que no hemos visto desde hace más de 20 años, somos capaces de ponerles el nombre y apellidos, e incluso acordarnos de detalles, que en frío y sin esa reunión somos incapaces de recordar o lo hacemos pero de forma muy difícil y costosa, pero sin embargo esa contextualización hace que eso sea posible de forma automática.

Juzgar y prejuzgar he dicho, y me he quedado pensando que son acciones que suelen no ser muy bien recibidas en líneas generales, ya que implican una idea muy fija de cómo es alguien o algo, muchas veces influido por las creencias y vivencias de esa propia persona, pero que no dejan de ser más que una foto fija y con cierta visión sesgada de lo que vemos. Y aunque resulta inevitable realizar cualquier juicio de cualquier acción que acaece a nuestro alrededor, también debe ser inevitable someter ese juicio a un razonamiento posterior para afianzar lo que vislumbramos en un primer vistazo.

¿Nos debemos fiar tan sólo por nuestra intuición y nuestras sensaciones? Realmente, queramos o no, lo haremos, ya que es una reacción innata a nuestra percepción, pero ¿cómo de fiable es nuestra intuición? Bien, eso es algo posiblemente imposible de medir, pero al fin y al cabo es nuestra intuición y nuestra percepción de los hechos y de sus posibles consecuencias lo que nos guía de forma contínua en nuestras decisiones de vida. La intuición es una suerte de lógica aderezada con una enorme cantidad de datos que nos aporta unos decisores definitivos sobre lo que vamos a realizar ante una serie de acontecimientos. Y es algo que ocurre en un espacio muy corto de tiempo, aunque también puede suceder de una forma más calmada y espaciada en el tiempo, dándonos tiempo para evaluar ante esos vaivenes contínuos que experimentamos de indecisión. Y ¿por qué indecisión? ¿No hemos dicho que es algo así como un proceso lógico? Y la lógica no es indecisa, ¿o sí? La realidad es que la lógica que se aplica en la intuición ante determinadas situaciones se determina a través de estados emocionales que nos influyen como variables en esa lógica, y precisamente por eso esa lógica es tan indecisa, ya que está sometida y relegada al uso de algunas variables y argumentos menos sólidos y más emocionales. Por eso, la intuición tiene un componente realmente interesante en cuanto a que no sólo aplica la lógica, sino que aplica determinados procesos más emocionales que son más fugaces y volátiles en un cerebro sometido a un determinado grado de emocionalidad y de percepciones de nuestro entorno, y por eso siempre percibimos la intuición como algo menos estable, y es porque está sometido a la inestabilidad de las emociones y de las percepciones.

¿Por qué las personas relegamos tanto nuestras decisiones en intuiciones, y sin embargo, lo vemos como algo habitual y fundamental? Normalmente, no se suelen tomar decisiones basadas puramente en datos lógicos y fríos, y básicamente esto es así porque casi todas las decisiones que tomamos en la vida están relacionadas con procesos que implican la emocionalidad. Pero, ¿por qué hay personas que tienen una intuición muy buena y otras sin embargo son desastrosas? Yo creo que esto tiene que ver con la capacidad de que cada individuo tiene de relacionar la información entre sí. Y esto muy probablemente sea la clave de esa intuición, es decir, que aquel que sea capaz de relacionar de forma coherente mayor cantidad de datos de diferentes situaciones emocionales, probablemente se halle en una situación mejor para tomar un juicio sobre un determinado suceso o situación.

Y al final, la vida de los seres humanos está llena de una enorme cantidad de situaciones emocionales y lógicas que nos ocurren y sorprenden cada día. Por ello, nuestra intuición nos da esa capacidad y esa herramienta para analizar en tiempo real y poder responder al momento a cualquier estímulo. En realidad es una gran maquinaria de big data que nuestro cerebro maneja de forma innata y que la evolución nos ha legado para poder llegar y evolucionar hasta donde lo hemos hecho.

Por ddreams

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