¡Qué grandes antagonías! Caos …. y …. orden. Y ¿por qué estás dos opciones o estados mentales o físicos? Bien, quizá porque me ronda siempre mucho en la cabeza esos dos conceptos para desarrollar cualquier capacidad creativa.
El caos parece inevitablemente asociado a un estado negativo de desorden total y de total desconcierto, un estado donde nada puedes hallar en su sitio o mejor dicho nada está en el sitio que tu esperabas, y eso es algo que es muy importante, porque parece que siempre esperamos que las cosas tengan un sitio determinado para poder ubicarlas. Esperamos que las cosas y los objetos tengan unas propiedades determinadas para poder interactuar con ellas, pero ¿qué pasa si todo eso cambia de lugar y todos los objetos a los que estás acostumbrado cambian de propiedades? Pongamos un ejemplo práctico … estamos acostumbrados a que solo con ver un objeto sepamos qué temperatura tiene, qué textura tiene, etc, y con eso nos hacemos una idea de cómo podemos utilizarlo, pero y si ese objeto de repente le cambiamos sus propiedades y pasa de ser agradable al tacto a desagradable, o de oler bien a oler fatal, o de ser frío a ser ardiente. Eso es a lo que me refiero con el caos, es un estado donde nada está en su sitio, y nada se da por supuesto. Esto ya no se parece a nada negativo sino más bien a un entorno desconocido, algo así como si descubriéramos por primera vez ese objeto o entorno. Desde este punto de vista ya no parece tan negativo sino más bien un entorno retador.
Y el orden … pues el orden es ese estado ficticio de saber que todo cuanto nos rodea está controlado, y sabemos a qué atenernos en todo momento para sentirnos cómodos y movernos con confianza. Necesitamos orden en nuestra vida para poder encontrar las llaves donde siempre las dejamos, los tenedores donde siempre los cogemos, nuestro programa o serie de televisión en el horario esperado, y mil y una cosas más que nos ayudan a gastar el mínimo de energías en investigar dónde se encuentran, cómo son, cómo se comportan. El orden es tremendamente necesario en nuestro día a día para gestionar todas nuestras acciones en el trabajo, en la casa, etc.
Bien … pues ya tenemos a nuestros dos actores presentados: por un lado, el orden, y por otro, el caos, el bueno y el malo, así que sólo nos queda el feo, para así tener “el bueno, el feo y el malo” (¡vaya chiste malo!, pero para los que no hayan visto la película, que vayan buscándola porque es fantástica). Pues como decía, tenemos a estos dos, pero me pregunto yo, ¿realmente el orden es el bueno y el caos es el malo? Esta es una pregunta muy interesante porque nos hace pensar que las cosas siempre hay que mirarlas con perspectiva, sí con perspectiva, porque la lente y el ángulo con el que se miran las cosas importa. Pero, ¿por qué el orden ha de ser el bueno? Estamos educados a pensar en el orden como una cualidad positiva, de lo cual estoy de acuerdo hasta cierto punto, pero quizá una persona excesivamente ordenada resulte muy agobiante, previsible y poco espontánea. Y si pensamos en el caos, ¿por qué ha de ser el malo? Es verdad que unas altas dosis de caos son realmente desequilibrantes, poco previsibles y muy desconcertantes, pero también dependerá del medio en el trabajemos o estemos, que ese caos llevado al límite puede ser una gran fuente de riqueza de ideas y nos haga salir de la caja (out of the box, que dirían los ingleses). Así que, podríamos decir que mucho orden no es bueno, mucho caos tampoco es bueno, y sin embargo una dosis equilibrada de caos y orden hacen que la vida sea mejor y más rica.
La alternancia de estos elementos en la vida tanto de las personas como de la naturaleza es lo que hace que nuestro entorno sea el que es. En el universo, la alternancia de caos y orden se dan en forma casi de ondas, como si de un ser vivo que vibra se tratara, es decir, que el universo, el cosmos, se mueve en ondas de expansión y de compresión, generando creación (orden) y destrucción (caos), aumentando la famosa entropía física. Sí, entropía … la primera vez que oi este palabro en clases de termodinámica me pareció muy curioso y su concepto todavía más, y básicamente lo que mide es el nivel de caos de un sistema físico. Sí, no os molestéis en buscarlo en la Wikipedia, ya lo he hecho yo para asegurarme de que no decía una barbaridad. Esto es lo que dice: “Magnitud termodinámica que indica el grado de desorden molecular de un sistema”. Y volviendo a lo que decía, esto no sólo es aplicable a casi todo el universo en forma macro, sino que las personas también sufrimos procesos físicos y mentales de caos y orden, como una vibración que nos mantiene vivos y atentos a todo cuanto sucede a nuestro alrededor.
A mí personalmente me encanta la idea de la dualidad caos-orden en el mundo creativo. Me parece fundamental porque la creación de nuevas ideas nace a menudo a través de procesos de caos, lo que ahora conocemos como procesos de brainstorming (tormenta de ideas, me gusta este concepto), que no son más que eso, procesos donde cualquier propuesta es válida y siempre se construye en positivo sin matar las ideas por muy locas que sean. Pero indudablemente, el orden tiene su gran papel catalizador que selecciona, organiza, clasifica y pone en su sitio las ideas aportadas en esas sesiones locas.
La creatividad sólo crece en campos donde el caos y el orden coexisten de forma equilibrada, y a menudo requieren de la individualidad para su desarrollo, ya que los entornos gregarios son muy tendentes a la censura, imitación y el orden preestablecido, y matan cualquier forma de caos en el seno del grupo.
Si analizamos la historia, todos los grandísimos genios fueron admirados, pero a la vez en muchas ocasiones malditos por ser diferentes, extraños, extravagantes, distintos, no gregarios ni grupales, y con ideas siempre desafiantes, pero que con el paso del tiempo demostraron su razón y su sinrazón para hacer avanzar a la humanidad en cientos de ideas revolucionarias y caóticas.
Somos seres pulsantes, vibrantes y que en nuestra vibración vital producimos ondas cerebrales de caos y orden que nos permiten percibir nuestro entorno y movernos en él de forma creativa.
Con esto, no quiero decir que seáis caóticos, ¡no!, ni tampoco que seáis ultraordenados, ¡no!, pero sí que reservéis grandes dosis de ambos para ser creativos y generar nuevos escenarios que seguro sorprenderán a todos, incluso a vosotros mismos. El crecimiento personal muchas veces lleva aparejados ciertas dosis de caos controlado, de forma que seamos capaces de reinventarnos y aprender cosas nuevas, admitiendo nuevos desafíos y fronteras en nuestro conocimiento y en nuestras metas. No os dejéis llevar por la autocomplacencia, la comodidad y el superorden porque aparte de poder resultar aburrido, no os permitirá salir de la caja, y abordad nuevos retos, sientiéndoos a veces incómodos, al menos durante el tiempo en el que el orden avanza para hacernos sentir más cómodos.
Y como me apetece sorprenderos un poco os voy a dar este regalito que seguro ya conoceréis, pero que revela como el cerebro recompone el caos de una forma predictiva. Ahí os va:
¡Qué garneds atngaonais! Coas …. y …. odren. Y ¿por qué etass dos ocpoiens o esatods mnetlaes o fsicios? Bein, qizua prouqe me rnoda seimrpe mhuco en la cbazea eoss dos cnocpetos praa dsearrlolar caluqueir caapicadd ceratvia.
…
Iba a cifraros el texto de forma completa así, pero creo que con este trozo es suficiente para ilustrar como nuestro cerebro desentraña el caos para generar orden entendible. Si no lo conocéis, es bien conocido el mecanismo, por el cual el cerebro reordena las letras según las lee siempre y cuando la primera y la última se mantengan en su sitio y no falte ninguna letra, aunque internamente estén desordenadas. Automágicamente, nuestro cerebro reordena mientras lee. ¡Asombroso verdad!!